jueves, 19 de enero de 2023

 UNA VISIÓN ENVILECIDA DE LA TEORÍA DEL CAOS (1)

CAPÍTULO 1 

En una ignota ciudad (2) de un ignoto país del sur (3) de Sud América, en una ignota intendencia (comunidad, ayuntamiento), un ignoto intendente se despierta una mañana con una idea iluminadora. "¿Sí, sí, por qué no? Hay que marcar tendencia en este Municipio en temas ecológicos, ambientalistas". Decide entonces que hay que arbolar las veredas de esta ciudad gris para dejarla bien verde para sus habitantes y descendientes de varias generaciones. De un momento a otro se pone en marcha un mecanismo de corrupción donde todos los involucrados se llevan una parte, menos los castigados habitantes a quienes se le subirán los impuestos por vivir ahora en un vergel. El señor ignoto intendente, un maestro en la sucia maña de robar, rapiñar, sobornar y otras artes non sanctas, toma el teléfono y el caos se desata. 

Días después las calles de la ignota ciudad se ven invadidas de camiones y más camiones con miles de plantas provenientes de viveros “arreglados” con el ignoto intendente. Ahora sí, se abrieron las puertas del infierno y el caos se adueña de la ignota ciudad. Los camiones, distribuidos al azar, sin ningún plan organizado, obstruyen el tránsito y es imposible circular por las atoradas venas de esta pobre ignota ciudad azotada por la plaga de moda: Hacer para que se note y permita meter mano en el erario público a mansalva. Al fin y al cabo, todo lo que va a hacerse es para el beneficio de la comunidad y ya se sabe que para hacer una tortilla hay que romper huevos.

Los camiones han descargado su incipiente forestación de modo caótico y las plantas descansan bajo el ardiente sol sin nadie que las riegue y cuide. Abundante tiempo después llegan los expertos en impericias de toda índole. Trabajadores con diversos grados de calificaciones donde la que más sobresalen es el ser desocupados seriales o recibidores de planes sociales especialmente diseñados para que el corrupto estado robe aún más. El caos cunde en todas direcciones del plano horizontal y vertical. Ahora sí, esta ignota ciudad verá lo que verdaderamente es la mano maestra de nuestro ignoto intendente.

Comienza la impiadosa plantación de los árboles, arbustos, enredaderas, helechos, trepadoras, espinosas y otras pobres criaturas que se encuentran a estas alturas en deplorable estado. Sin el menor conocimiento de cómo se hace este trabajo y sin la menor supervisión las pobres plantas van siendo puestas en su lugar. Un lugar no planificado y librado al inexistente buen juicio de los ineptos operarios quienes se ven en la obligación de enterrar los millares de ejemplares traídos en cuidado exceso por el corrupto vivero que las crió. Así, las plantas se van ubicando cada 20, 30, 50, 100 cm o más de acuerdo al humor de los improvisados e incapaces jardineros. El caos sigue ascendiendo y dominando la escena. Se planta un álamo junto a un ciprés y este junto a una reina margarita luego una aljaba, después un lapacho, una lechuga, un cedro, una Santa Rita, un Palo Santo, etc. A quien le importa si de todos modos toda esta vegetación está condenada a la extinción total en menos de lo que canta un gallo. Todos los maltratados habitantes de la ignota ciudad saben a la perfección que en el caótico mundo en que viven hay un par de palabras que han pasado de moda y caído en desuso hace décadas: Previsión, Cuidados y Mantenimiento.

Las cuadrillas de inútiles terminan su trabajo y comienza el de los pobres habitantes para corregir los desaguisados de todo color y calaña. La ignota ciudad luce ahora realmente caótica, pero más o menos verde. El poco verde que aún les queda a las moribundas especies vegetales que llaman a gritos a un sacerdote para que les de la extremaunción. Los ignotos habitantes ya conocen perfectamente el modus robandis del ignoto intendente y acepta estoicos la nueva afrenta. 

Dos semanas después, el ambiente renovado y verde soñado por el ignoto intendente se ha disipado y predominan en el ambiente urbano intervenido, la tristeza de los cementerios. Gracias a los inexistentes cuidados de los descuidados pseudo jardineros, nadie ha acudido en socorro de los moribundos y todes les plantes yacen de pie secas como las páginas de un libro de terror. 

La obra magna del ignoto intendente ha concluido con un éxito espectacular. El crimen perfecto se ha perpetrado a la vista de todos y con la complicidad de muchos. El ignoto intendente es un poco más rico hoy y la ignota ciudad un poco más abatida y cansada de tanto arrebato impune. 

El exitoso e ignoto intendente ha aumentado su popularidad luego de haber inaugurado la obra ecológica seis veces en el término de los tres meses que duró el desastre: Antes, durante, durante, durante, después y al final. Su aguda sagacidad le permitirá sin duda ser reelecto, por otro período más que se agregará a los cinco anteriores y consecutivos. Y su mente brillante pergeñará nuevos proyectos de robos a plena luz del día y a la vista de los ovejunos ciudadanos que despotrican y se quejan sin cesar y sin acción alguna. 

CAPÍTULO 2

En la misma ciudad ignota del mismo país ignoto se está por cometer el más depurado ejercicio de caos organizado al detalle más imperceptible. Todo va ser armoniosamente desordenado y desquiciado. Las leyes del orden y de la convivencia volarán por los aires, despedazadas por la improvisación trastornada de un ignoto país inviable. 

En esta triste ciudad, reinan cuatro empresas que se encargan de los servicios, a saber: Electricidad, Gas, Agua y Telecomunicaciones (Teléfono, Internet, TV por cable). Estas cuatro empresas trabajan absoluta y atrozmente autónomas, desorganizadas y desconectadas de las demás. Podemos ir imaginando entonces el caos perfecto, maravilloso e impecable que se avecina. 

En la parte más céntrica de la ignota ciudad las cuatro esquinas de la ciudad están rotas, pavimento y veredas. En las cuatro hay terribles pozos resguardados con vallas que bloquean el paso de autos y de peatones. Como era de esperar en las cuatro esquinas están trabajando independientemente las cuatro empresas de servicios. No hay ningún cartel que avise a los transeúntes cuánto durarán las obras y cuándo concluirán. Se descuenta que estos datos con completamente innecesarios para los habitantes los cuales tienen el deber de soportar estas molestias sin chistar. Se supone que los trabajos son por el bienestar de ellos y en consecuencia eso da impunidad a las compañías para moverse a piacere. Se ha generado la tormenta perfecta, el caos organizado hasta los tuétanos y el reinado de la incertidumbre óptima. Desde la Intendencia de la ignota ciudad, se observa este hermoso espectáculo con la satisfacción del hacedor supremo. Les encanta a ellos todo este estrepito porque el gobernante tiene algo para mostrar a cielo abierto. Nada de una insignificante obra de saneamiento soterrada que nadie observaría. Esta esquina de la ciudad se ha convertido en la flagrancia misma y ellos lo saben e idolatran. Además, mientras más se molesta al ciudadano, mejor, de lo contrario tal vez no notarían el denodado esfuerzo que ponen sus gobernantes al servicio de sus súbditos. 

Luego de un tiempo indeterminado, incalculable y eterno, las obras concluyen y las compañías se van retirando mes a mes, una por vez para echarle más sal a la herida. Finalmente reina el silencio en la esquina y también los pozos mal tapados e inconclusos. Esto le corresponde al Municipio el cual se tomará sus vacaciones antes de comenzar a reparar las veredas (con baldosas de otro color y diseño) y el cemento de las calles el cual quedara en desnivel con el original para que cada auto que pasa por allí insulte al montículo o bache y recuerde que allí el gobierno lo estuvo protegiendo. 

Uno, dos, tres, cuatro meses después, no más que eso, una de las cuatro compañías volverá a romper todo, pero no en la misma esquina en la que estuvo trabajando sino en la adyacente o en la opuesta. Así las cosas, aparece la segunda, luego la tercera y finalmente la cuarta a reproducir lo que hizo la primera. El ciclo se reanuda y todos felices. El ignoto Intendente quien obtuvo su reparto en el botín y las empresas que serán indemnizadas por el gobierno por alguna razón secreta que solo ellos conocen. El rebaño de ovejas citadinas hace piadoso silencio y continúa con sus diarias rutinas. Cuando llegue la época de las elecciones, el rebaño volverá a votar al ignoto intendente por dos razones obvias: ¿Cómo haberse olvidado del caos positivo y bendito que se produjo en aquella esquina para beneficio del pueblo? y segunda razón, si se vota a otro candidato es altamente probable (99.9%) que sea peor. 

Sería ingenuo puntualizar que todas, todas, todas las iniciativas que toma el gobierno de la ignota ciudad del ignoto país son totalmente desorganizadas y libradas al más puro azar. Nada, nada, nada de todo esto escapa a las leyes del caos más hermoso que mente burocrática pueda imaginar. 


REFERENCIAS

(1): Esta teoría explica que existen ciertos tipos de sistemas cuyo comportamiento es prácticamente imposible de predecir, por la complejidad del sistema, pues aquel es dependiente de diversas variables como pueden serlo el tiempo, sistemas muy dinámicos, e interacciones,. Como ejemplo, si dejamos que una hoja viaje con el viento, será imposible para nosotros conocer dónde se encontrará esta hoja tras el paso de unas simples horas, más aún lo será si tratamos de predecir dónde estará la hoja tras el paso de varios meses.

(2): Esta ignota ciudad podría ser una de cientos que hay en el ignoto país, gobernado por políticos corruptos, ineptos y mezquinos. En este caso, se trata de la ciudad en que vivo desde hace 60 años, Villa Ballester, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires.

(3): Este ignoto país, inentendible y desperdiciado, es la Argentina.




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