ADVERTENCIA: Estimado
lector, está por entrar en otro formato de mis relatos: El humor absurdo. Si no
le gusta, no lo entiende o le parece estúpido, huya despavorido y exíliese en Corea
del Norte. No tenga temor de mis represalias, no puedo verlo ni se quién es
usted. Dese por enterado y continúe en este blog o en otros mejores.
Kw4m3 Z9mw4v3
K
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w4m3 Z9mw4v3 (pronúnciese “kw4m3 z9mw4v3”,
con sílaba tónica en “w4”, obviamente), mozuelo de 84 años, había nacido sin
vocales en su nombre porque en Z94z1l4nd14, país al sur de la República del
Congo, no existían tales singularidades lingüísticas. Curiosamente, ese país vecino
posee todas las vocales del alfabeto en su nombre, y cuenta la leyenda que se
las birló a Z94z1l4nd14, con malas artes, en una partida de póker africano
(juego muy particular, parecido a una ruleta rusa, donde las cartuchos son la
malaria, sequias, desnutrición y raquitismo).
Sorprendentemente,
Kw4m3, era el último habitante del único avocálico país de la Via Láctea. Y para
colmo de males, la ciencia del primer mundo, había descubierto que las vocales,
tónicas y atónitas, eran imprescindibles para el sistema inmunitario. Por esa
razón Z94z1l4nd14 desaparecería del mapa en cuanto muriera Kw4m3, el último Z94z1l4nd14eño
del país. En los días siguientes no pasó nada porque Kw4m3 estuvo muy atento al
coronavirus y otros gérmenes asesinos que pretendían penetrarlo por todos sus orificios.
Usaba barbijo que el mismo había tejido con fibra de coco de la última palmera
que quedaba en el país. Se lavaba las manos con jabón de coco hecho con el
aceite del último coco de la última palmera del país. Además, en un impulso
irracional, había comprado todo el papel higiénico del agónico país; no sabía
bien para que hacia esto pero era la tendencia mundial ya que ayuda a controlar
a todos los gérmes conocidos. En realidad era imposible contagiarse en un país
donde Kw4m3 era el único y último habitante. No obstante, este estricto y
ejemplar ciudadano cumplía a rajatabla las cambiantes e inútiles
recomendaciones de la OMS. Creo que por eso enfermó.
Ya no
quedaban gatos negros en el avocálico territorio dado que se habían ido detrás
de las últimas ratas que escaparon del insoportable aburrimiento que reinaba en
ese país al sur del Congo. Días después, el Mrtssk 13, día de muy mucha mala
suerte en Z94z1l4nd14, Kw4m3 Z9mw4v3 murió para siempre a causa de una avocalía
aguda complicada con una conjuntivitis benigna. Por supuesto, por falta de
vocales en su nombre. Alguien sugirió un trasplante de vocales a última hora,
pero ya no existían en este país vacío locales de venta.
Sus
últimas palabras fueron ¿swrty 2w lbr0 gu1nss? “¿Entraré al libro Guinness?” De
esta manera tan filológica y gramatical, el único país avocalico del continente
negro oscureció para siempre. Clint Eastwood quiso hacer una película sobre esta
historia, pero lo invadió el temor de que luego de ver el film se extendiera
por los EE.UU. una moda de “avocalía” y la gente comenzase a nombrar a sus hijos
Kw4m3, Qwrt8 o cualquier otro nombre impronunciable.
*****
¡Un
momento, este relato no puede terminar aquí! Es muy triste y ya varios lectores
me han amenazado para que me aleje un poco del drama (mi inclinación natural) y
me acerque a la comedia. Veamos entonces como sigue ahora la saga con este
nuevo giro.
*****
Minutos
antes de que nuestro personaje, Kw4m3 Z9mw4v3, estirara la pata se oyó un
sonido nunca oído en el país, algo parecido al resquebrajarse de la cascara de
un huevo a punto de parir. Nadie presenció esta tierna escena porque todos
—visitantes ilustres de países vecinos, oportunistas y políticos corruptos— estaban
en modo necrológico, rodeando al moribundo. Pero, yo sí lo percibí, fuerte y
claro. En un rincón ignorado de la casa, el milagro del nacimiento de la vida
se plasmaba nuevamente, como tantas veces antes. De un huevo, de un mero huevo
olvidado y abandonado, cremoso y con pintitas violetas estaba naciendo una
criatura encantadora. ¡Era el famoso, endémico y quasi extinguido pato afrocriollo
de Z94z1l4nd14! Lo que siguió a continuación fue otro milagro del que los
juglares de África aún cantan, la simpática y simbólica criatura emitió un
sonido que cambió la historia para siempre. Dijo “cuac” y luego “coec cuiac” mediante
lo cual las primeras vocales fueron pronunciadas e introducidas en el país sin
vocales. El fenómeno dio origen a otro más sorprendente, una ola de renovación
y optimismo cruzó el triste país de norte a sur y de este a oeste. Los bosques
se volvieron más altos y frondosos y los primates primordiales prevalecieron y
predominaron en la pradera prístina; la vida animal renació fresca y exuberante.
Las vocales se reprodujeron como bacterias, todas ellas, invadiendo el país
como una plaga benigna. Miles de inmigrantes de los países vecinos se
instalaron en el fértil Z94z1l4nd14, ahora con un nuevo nombre pleno de
vocales: ¡Sorodongopongo! Bueno, en realidad hay una sola vocal en este nombre,
pero los patos no saben mucho de gramática. Las otras vocales se agregaron espontáneamente
por coherencia lingüística. A pesar del pato afrocriollo.
¡Y
todo fue alegría y felicidad en Sorondongopongo! La tristeza fue abolida por
ley y los agrios y amargados ciudadanos fueron expulsados sin doble indemnización,
planes sociales, subsidios por nacimiento ni remordimiento zaffaroniano. Por
ley, también, se decretó que el nuevo país fuese ecofriendly, autosustentable,
biodegradable, reciclable, orgánico y vegano. Ningún animal, superior o
inferior, sería en el futuro sacrificado para comida o por deporte. En este
preciso momento, lo veo en un mensaje que me llegó al celular, ¡Sorongopongo,
ha sido elegido como el país más feliz del planeta Tierra por el Libro Guinness
de los Records!
Y colorín
colorado, este feliz cuento ha finalizado.
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